Vehigadta lebinjá: Es un concepto
central de la Hagadá de Pésaj. Contarle al hijo. Además del acontecimiento
fundamental que significó el Éxodo de Egipto, contarle al hijo implica por
sobre todo, tradición y continuidad. Y también preservar la memoria.
En estos días, en
los cuales se aproxima un nuevo Yom Hashoá (Día del Holocausto) es también un
deber, a mi juicio, relatarle lo que significó la peor tragedia en la historia
de nuestro pueblo.
Por eso LE CONTARÁS
A TU HIJO que:
Seis millones de
judíos, es decir un tercio de nuestro pueblo en aquel entonces, fueron
exterminados durante la segunda guerra mundial. De las formas y métodos más
horrendos que uno se pueda imaginar.
Cerca de un millón
y medio de los judíos asesinados eran niños y adolescentes.
Objetivo declarado
de los criminales nazis, además de la conquista de Europa, fue la “Solución
Final”: eufemismo que significa lisa y llanamente la destrucción física del
pueblo judío en su totalidad.
Los judíos fueron
destruidos no por “hacer” sino por el mero hecho de “ser”. En realidad por
nacer.
Por tal motivo, en
la larga serie de atrocidades sufridas por el pueblo judío a lo largo de la
historia, esta no fue “una tragedia más”. Fue singular: distinta a todas,
“cualitativa” y cuantitativamente. No se compara absolutamente con ninguna otra.
No todas las
víctimas fueron judíos pero todos los judíos fueron víctimas.
LE CONTARÁS A TU
HIJO que:
Noche y bruma se
abatieron sobre nosotros.
La plaga de la
sangre, no metafórica sino literalmente, cayó sobre nosotros.
La plaga de la
oscuridad cayó sobre nosotros.
El “ángel de la
muerte” (¿ángel?) pasó solamente por encima de las casas…judías.
No mató “solamente”
a los primogénitos.
Por cierto que de
Egipto, Dios nos sacó con mano fuerte y brazo extendido. En cambio de Auschwitz…
El Mar Rojo no se
abrió para nosotros, en esta ocasión más bien se cerró. Directamente no hubo
salida al mar.
LE CONTARÁS A TU
HIJO que:
Los criminales
nazis, hez de la humanidad, tuvieron demasiados cómplices que participaron
voluntariamente del exterminio.
Mientras millones
eran asesinados, buena parte del mundo, a sabiendas de lo que ocurría, miró
para un costado. Cómplices por indiferencia. Eso posibilitó aún más la tragedia.
Cuando todavía era
posible salir del infierno que se venía (los años previos a la guerra) e
incluso durante los primeros años de la misma, mientras que de algunos lugares
de Europa aún se podía salir, la mayoría de los países a los judíos no los
dejaba entrar. Cerraron sus puertas. Parcial o totalmente.
A pesar de todo hubo
honrosas excepciones: algunos países (gobernantes y buena parte de sus
respectivos pueblos) se comportaron de manera muy digna. Hubo seres humanos
excepcionales, justos entre las naciones, que arriesgaron su vida por nosotros.
Más de los que suponemos. Pero menos de los que hubiésemos necesitado.
LE CONTARÁS A TU
HIJO que:
Pese a las
circunstancias sin precedentes que nos tocó vivir, hubo innumerables actos de
resistencia judía.
La resistencia fue,
en sus más diversas formas y por sobre todo, espiritual.
Hubo resistencia
física. Llevada a cabo, principalmente por los jóvenes de los movimientos
juveniles sionistas jalutzianos; y junto con ellos, jóvenes bundistas y
comunistas todos los cuales, con coraje y valor sin límites, empuñaron las
pocas armas que tenían (a veces contando solamente con sus propias manos) al
llegar a la conclusión que la redención no vendría ni de arriba ni de abajo.
La heroica rebelión
del Gueto de Varsovia, liderada por Mordejai Anielewicz, es la que
especialmente simboliza los actos de resistencia del pueblo judío en su hora
más sombría.
Además de las
rebeliones en guetos y campos de concentración-exterminio, hubo miles y miles
de judíos, partisanos y otros, combatiendo valientemente en los bosques contra
los nazis y sus cómplices.
LE CONTARÁS A TU
HIJO que:
Debemos recordar lo
que “nos hizo Amalek”. No olvidar. Preservar la memoria.
Sea como fuere,
Amalek, de tanto en tanto reaparece en la historia. Hitler, en mayor o menor
medida ha reaparecido en versión actualizada.
Como dice nuestra
Hagadá (Vehi Sheamda): “En cada
generación hay alguien que se levanta contra nosotros para exterminarnos”. El
mismo fragmento termina con que “Dios nos libra de sus manos”. Esto último es,
cuanto menos, discutible.
A pesar de los
testimonios de sobrevivientes, documentos, evidencias, pruebas rotundas,
terminantes e irrefutables de lo ocurrido, hay aun quienes se empeñan en
negarlo, profanando la memoria de seis millones de víctimas.
LE CONTARÁS A TU
HIJO que:
También sufrieron
millones y millones de personas de otros pueblos. Precisamente por lo que nos
ha tocado vivir -mejor dicho: sufrir- debemos ser sensibles a las desgracias de
los demás, solidarizarnos y ayudar el máximo posible.
Los nazis fueron
finalmente derrotados en la Segunda Guerra Mundial. Pero continúa habiendo
nazis y nazismo en el mundo. Combatirlo debe ser tarea de todos, judíos y no
judíos por igual.
El prejuicio y el
odio, sino se lo detiene a tiempo (y hay instrumentos legales para hacerlo) puede desembocar en lo que desembocó. También en los lugares menos pensados.
Todos los seres
humanos de buena voluntad debemos luchar contra toda clase de intolerancia,
discriminación y racismo, sean quienes sean las reales o potenciales víctimas.
Cada uno debe ser
“el guardián de su hermano”. El “no te metas”, es precisamente lo contrario a
lo que nuestros valores enseñan.
A pesar de todo (y
esto no es un consuelo) el nazismo no consiguió plasmar sus objetivos. El
pueblo judío resurgió, metafórica y literalmente de las cenizas, y pocos años
después, aunque el proceso ya estaba en marcha desde hacía tiempo, nacía el
Estado de Israel.
Y LE CONTARÁS A TU
HIJO.
Debes relatar esta
historia. Seguramente te llevará mucho más tiempo que “una noche de séder”.
Pero debes hacerlo. El que relata -aunque la Hagadá lo ubica en el contexto de
la narración del Éxodo de Egipto- “harei
ze meshubaj”, quiere decir que “es digno de alabanza”.
A lo que dice la
Hagadá “en cada generación cada uno debe verse a sí mismo como si hubiese
salido de Egipto” -y así deberá ser siempre- agregaría que “en cada generación
cada uno debe verse a si mismo como si hubiese estado en la Shoá”. Más allá de
que, sólo quien vivió el horror, puede realmente sentirse como habiendo estado
allí.
Extraído de: radiosefarad.com
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