22 marzo 2014

Nadav y Abihu: Holocausto por Santificación o Castigo por desobediencia?

La Muerte de Nadav y Abihú, los Amigos íntimos del Todopoderoso


Aharón tenía cuatro hijos, de los cuales dos, Nadav y Avihú, aparte de ser muy bellos estaban dotados por habilidades fuera de lo común. Se los asociaba con valores tales como la rectitud de tal grado que obviamente tenían todas las condiciones para convertirse en los próximos líderes.
Su grandeza está implícita incluso en sus nombres:

"Nadav" significa que estaba apto para la nobleza (nedivut).

"Avihú" implica que valía como para convertirse en el padre del pueblo judío (av).

Los demás consideraban el nivel espiritual de ellos muy alto y ellos eran concientes de ésto. Mientras caminaban unos pasos más atrás de Moshé y Aharón, Nadav le comentó a Avihú, "¿Cuándo será que estos dos ancianos desaparecerán de este mundo y nosotros podremos convertirnos en los líderes de la comunidad?"

Hashem le contestó, "¡Todavía está por verse quién va a enterrar a quién!"

Debe entenderse que Nadav y Avihú eran tzadikim. El significado de sus palabras era, "Moshé y Aharón son viejos y seguramente morirán pronto. Nos van a pedir que seamos los líderes, y quién sabe si estamos preparados." Nuestros sabios redactaron su observación de una forma tan drástica para señalar que cuando Nadav y Avihú se refirieron a su rol futuro como líderes de la comunidad, una cierta falta de humanidad estaba presente en su actitud y forma de expresión.



Ahora, en el octavo día de la Inauguración, el fuego Celestial descendió y consumió a los sacrificios. A continuación de este evento, Nadav y Avihú decidieron que a pesar de todo era correcto que también colocaran su propio fuego en el mizbeaj. Ellos infirieron esta halajá (ley de la Torá) del versículo (Vaikrá 1:7), "Y los hijos del kohén Aharón pondrán el fuego sobre el altar..." Debido a que Nadav y Avihú eran eruditos de la Torá, ellos dedujeron de este pasuk que era una mitzvá colocar fuego en el altar a pesar del fuego de Arriba. Formularon esta halajá en presencia de Moshé. A pesar de que su decisión halájica fue correcta, ellos merecían el castigo de la muerte Celestial porque tenían prohibido crear una halajá en presencia del rebe Moshé sin consultarle.

Rabi Eliezer enseñó, "Quien formule una decisión halájica en presencia de su rebe incurre en la muerte Celestial."

Uno de los estudiantes de Rabi Eliezer una vez declaró una decisión de la Torá en presencia de su maestro, y Rabi Eliezer le comentó a su esposa, "Dudo que este hombre viva hasta fin de año."

En realidad, el estudiante murió antes de que finalizará el año, y la esposa de Rabi Eliezer con una mezcla de dudas, asombro y curiosidad le preguntó, "¿Eres un profeta?"

"Ni soy un profeta, ni soy el hijo de un profeta," contestó, "pero sabía por tradición que quien enseña halajá frente a su rebe se lo castiga con la muerte."

Nuestros Sabios relatan, con respecto a la infancia del profeta Shemuel, otro ejemplo que ilustra la prohibición de declarar una decisión de la halajá frente al maestro de cada uno.

Shemuel nació como resultado de las súplicas de su madre Janá al Todopoderoso para que la bendijera con un hijo. Ella prometió que lo dedicaría al servicio de Hashem durante toda la vida de éste. Cuando él tenía dos años, Janá cumplió con su promesa y lo trajo al Mishkán en Shiló en donde oficiaba el gran sacerdote Eli. Eli notó que ella había traído tres toros para sacrificar y ordenó, "Que un kohén venga y sacrifique a estos toros." Shemuel, quien en ese momento tenía dos años pero cuya mente funcionaba como la de un adulto, escuchó esa orden. Cuando los kohanim llegaron para realizar el sacrificio, les dijo, "¡No era necesario que vinieran ya que según la halajá se permite que un no kohén realice el acto de sacrificar animales!" "Sabes muy bien como aplicar la ley", admitió el gran sacerdote Elí, "de todos modos, quien formula la halajá frente a su maestro merece como castigo la muerte."

La madre de Shemuel, Janá le suplicó a Elí para que perdone al niño y que no se lo castigue. Elí respondió, "Voy a hacer tefilá para que tenga a otro niño a cambio de éste, uno que sea mucho mejor." "No mi señor," Janá le imploró, "por este niño yo ya le rogué a Hashem". Entonces, Elí perdonó la transgresión de Shemuel. El niño creció y se convirtió en el famoso líder y profeta que reunió a todo el pueblo para el servicio de Hashem.

¿Por qué es que alguien que pronuncia una decisión de la halajá frente al rebe merece morir?

1. Los comentadores sugieren que él merece sufrir las consecuencias de su acto.

Nuestros Sabios asemejan a quien avergüenza a otro en público con un asesino. Un estudiante que avergüenza a su rebe, y actúa en su presencia como si éste no pudiera tomar una decisión por sí mismo, merece la muerte ya que su conducta se considera similar a la del asesino cuyo castigo es la muerte.

2. Asimismo, un estudiante que enseña en presencia del rebe revela una falla básica en su forma de encarar el estudio de la Torá.

El judaísmo no exime a ningún ser humano de la crítica y siempre alienta a los estudiantes para que desconfíen y tanteen, haciendo ejercicio de sus facultades intelectuales, las declaraciones hechas por autoridades anteriores, investiguen y discutan acerca de la veracidad de las mismas. No obstante, la aceptación de las tradiciones de la Torá se apoyan en el claro conocimiento de nuestra inferioridad espiritual comparada con generaciones anteriores. Mientras que el mundo occidental se enorgullece de su progreso del paganismo y la barbarie a una cultura más humana, el pueblo judío lamenta una declinación espiritual constante. Cualquiera que haya estudiado historia judía de las fuentes auténticas de la Torá se dará cuenta de que somos enanos espirituales no sólo comparados con los iluminados de la Torá de hace muchos siglos sino que también con nuestros abuelos. No tenemos ni su gran conocimiento de la Torá, ni su rectitud, ni su mesirut nefesh (entrega al Creador), ni tampoco su kedushá (santidad). Su fuerza de voluntad y autodisciplina, su persistencia y concentración los hacía extraordinarios con respecto a su conocimiento de Torá y a sus acciones. El cumplimiento incluso de las masas, los baalei batim, de la Torá y la avodat Hashem (servicio a D's) bajo condiciones mucho peores que las nuestras hoy en día son tan increíbles que nosotros ya los vemos como algo legendario.

Conscientes de la profundidad y cantidad de conocimiento de las generaciones anteriores, nosotros estudiamos sus exposiciones de la Torá con reverencia y admiración temerosa, antes de tomarnos la libertad de dar nuestro punto de vista.

Alguien que enseña la halajá en presencia del rebe demuestra así una desconfianza evidente hacia lo que su maestro tiene para ofrecerle. Incluso si él ha estudiado el tema bien y estaba convencido de que su decisión de la halajá era correcta, él, de todos modos, merece un castigo drástico por desconfiar de la opinión de los rebes. Se considera que ha manifestado una actitud de desdén hacia el estudio de la Torá de la generación anterior y así se evidencia que no ha podido comprender cabalmente el espíritu del judaismo. El mismo puede ser que no sea totalmente conciente de su error. No obstante, Hashem, consciente del daño potencial inherente en su conducta, lo extrae de este mundo para evitar un daño futuro.

Nadav y Avihú resolvieron que sería adecuado ofrecer un fuego de ellos en el altar, y pusieron su decisión en marcha inmediatamente. Cada uno tomó una cacerola, colocó fuego dentro de ella y ketoret (incienso) sobre éste y la colocaron sobre el mizbeaj.



Nuestros Sabios nos enseñan que ellos eran culpables de una cantidad de pecados:

1. Como ya lo explicamos antes, ellos no le consultaron a Moshé para determinar si era correcto ofrecer un fuego que sea sólo de ellos.

2. Tampoco le dieron a su padre el honor de ser consultado.

3. Tampoco se consultaron entre sí, cada uno actuó por su cuenta en forma independiente.

4. Según algunas opiniones de nuestros Sabios, Nadav y Avihú, guiados por su deseo de experimentar la Presencia del Todopoderoso, entraron al kodesh hakodashim (sanctasanctórum) para ofrecer el ketoret (incienso) allí. Sólo el gran sacerdote podía ingresar al Sanctasanctórum.

En forma adicional, nuestros Sabios interpretaron al "fuego extraño" que Nadav y Avihú habían encendido, para aludir a otros pecados:

□ Antes de entrar al Mishkán, Nadav y Avihú bebieron vino, trataban de intensificar el júbilo de su Inauguración. El pueblo, había expresado su júbilo tomando vino. No obstante, un kohén no puede llevar a cabo sus servicios después de haber bebido un reuiit (aprox. 0,086 litro) de vino.

A pesar de que Hashem aún no había transmitido esta orden a los kohanim, se esperaba que Nadav y Avihú se dieran cuenta por sí mismos que no estaba bien que se acerquen a la morada del Todopoderoso después de tomar vino.

□ No estaban vistiendo el meil (manto del gran sacerdote).

Esta enunciación de nuestros Sabios es enigmática ya que el meil lo usa sólo el gran sacerdote y no lo puede usar un kohén común. Sin embargo, con esta frase, nuestros Sabios expresan en forma simbólica que Nadav y Avihú no tenían el nivel más alto de admiración, temor y respeto que se requiere ante la presencia de Hashem. Ellos "no se habían puesto el meil" cuyas campanas hacían que el gran sacerdote fuera consciente de la Presencia del Todopoderoso.

□ No vertieron agua sobre sus manos y pies antes de entrar al Mishkán.

De acuerdo con algunas opiniones ésto debe interpretarse en forma literal. Ellos no vertieron agua del kior sobre sus manos y pies como se requiere antes de comenzar el servicio, y por lo tanto, el fuego que ellos ofrecieron se denomina "fuego extraño", lo cual significa que fue ofrecido sin una santificación previa. Según otras opiniones, este principio también es simbólico y significa que Nadav y Avihú no habían santificado sus almas lo suficiente, y por eso pecaron.

□ Tanto Nadav como Avihú eran solteros.

Ellos tenían una posición y pertenecían a un linaje que no era común. Eran diferentes por ser los hijos del gran sacerdote, los sobrinos del líder de la nación y, por sus logros espirituales. Por lo tanto, ellos creían que era apropiado esperar a que nacieran mujeres de la familia de sus hermanos Elazar o Itamar con quienes se casarían. Ellos pensaban que la descendencia de padres ilustres sería superior. No obstante Hashem los culpó por su actitud.

El inmenso amor que sentían por el Todopoderoso motivaba sus acciones. Cuando presenciaron el descenso del fuego Celestial, sintieron que debían contribuir con un fuego de ellos para expresar de esa manera su amor por Hashem.

A pesar de su sincera y pura motivación, fueron golpeados con toda la fuerza del Atributo de la Justicia. De inmediato, un fuego Celestial salió del kodesh hakodashím (Sanctasanctórum) y los consumió. Sin embargo, un milagro ocurrió en mérito a su gran rectitud, y el fuego que penetró a través de las fosas nasales, consumió sólo sus almas mientras que sus prendas y cuerpos quedaron intactos.

Nadav y Avihú fueron castigados por el Cielo mida- kenegued-mida. Ellos habían encendido el fuego de una forma que no estaba permitida, y por lo tanto se quemaron. Hashem dijo, "Vamos a ver cuál va a ser el fuego que prevalecerá, el Mío o el de ustedes".

Debemos observar que el castigo drástico e instantáneo de Nadav y Avihú no era un símbolo de su inferioridad, sino de su rectitud.

Cuando una mujer lava dos camisas, una de color y otra blanca nieve, frota la blanca por más tiempo y de forma más meticulosa que la de color, no porque la blanca estuviera más sucia, sino porque en la textura blanca, la menor mancha se ve horrible y resalta más. No obstante, las manchas, no se notan tanto en las prendas de color.

El alma del tzadik se asemeja a una prenda blanca. Su pureza hace que sea vulnerable a la mínima mancha espiritual. Por lo tanto, una mala acción que es normal que la realice una persona común, para un tzadik de personalidad refinada resulta ser una gran calamidad que requiere corrección inmediata. Los tzadikim son los íntimos amigos del Todopoderoso, y por lo tanto se espera de ellos que estén exentos de pecados en un ciento por ciento.

En general, si alguien merece el castigo de muerte del Cielo, su vida podrá extenderse hasta la edad de sesenta y su castigo de muerte se pospondrá hasta entonces. No obstante, Nadav y Avihu fueron asesinados instantáneamente por varias razones:

□ Como ya lo explicamos antes, ellos eran tzadikim, y por lo tanto se los juzgaba en el Cielo de acuerdo con las reglas más severas.

□ Además, la Corte Celestial, tomó en consideración el hecho de que la sentencia de muerte se les había impuesto ya en una ocasión anterior, antes de matan Torá.

En esa ocasión, Nadav y Avihú, junto con los más ancianos, ascendieron al Ar Sinai para que se les revele la shejiná (divinidad): al experimentar la revelación, ellos sintieron un gran regocijo personal pero no actuaron con la reverencia adecuada. Hashem juzgó a los ancianos como así también a Nadav y Avihú y los encontró merecedores de la pena de muerte Divina. Sin embargo, El no los mató de inmediato por dos razones:

1. La profecía sólo le llega a las personas que están felices y tranquilas. Los judíos eran incapaces de experimentar la entrega de la Torá en la forma en que lo hicieron si una tragedia hubiera ocurrido antes de aquél acontecimiento. Hashem, por lo tanto, postergó las muertes de los ancianos y de Nadav y Avihú hasta una fecha posterior.

2. Si el Todopoderoso hubiera matado a tzadikim como Nadav y Avihú en matan Torá, el pueblo se hubiera escandalizado, y se hubiera rehusado a creer que eran culpables. Por lo tanto, Hashem esperó que se presentara la ocasión en la que Nadav y Avihú cometieran un error evidente, y los judíos reconocerían la justicia del castigo.

Incluso la combinación de los errores antes mencionados no hubiera provocado la muerte inmediata, si no hubiera sido por un factor adicional. A través de su castigo devastador, el Todopoderoso deseaba santificar Su Nombre en la Inauguración del Mishkán.

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Tomado de Jabad.es