Avishai ben Tzeruiá, uno de los generales del Rey David, era un erudito en la Tora cuya sabiduría era equiparable a la de la mayoría del Sanhedrín (gran asamblea). Este gran hombre fue castigado con la muerte por no haber protestado en la siguiente ocasión:
Una vez, David ordenó hacer un censo de la población. La Tora
permite contar a los judíos únicamente en casos de real necesidad y sólo por
medio de objetos tales como monedas. Si se cuenta a los judíos directamente
puede sobrevenir una plaga.
El censo que David ordenó no era ni absolutamente necesario ni fue
realizado por medio de objetos.
Ni bien finalizó el censo, David sintió remordimientos y rogó:
"Cometí un gran pecado, ¡oh,Hashem! Por favor, perdona mi iniquidad,
porque fui un tonto".
Hashem envió al profeta Gad para reprender a David: "¿Por qué
contaste a los judíos? Prometí a tus patriarcas que a sus descendientes sería
imposible contarlos. Así que, dice Hashem: 'Escoge uno de estos tres castigos:
que sobrevengan siete años de hambruna en la tierra, que durante tres meses
tengas que huir mientras tus enemigos te persiguen, o que haya tres días de
peste en Eretz Israel".
David le respondió a Gad: Estoy muy acongojado; ¡pobres mis oídos
que deben escuchar estas palabras! (Me asemejo a aquel enfermo terminal a quien
se le ofrece la posibilidad de elegir entre ser sepultado al lado de su padre o
de su madre).
David pensó: "Si elijo la hambruna, la gente dirá: 'Pidió el
castigo que no lo afecta personalmente; las despensas del rey están bien
provistas para las emergencias'. Si elijo huir de mis enemigos, también
sospecharán que elegí el castigo del cual puedo salvarme, ya que me protegen
guardianes que son grandes héroes. Mejor, pediré el castigo del cual ningún ser
humano, noble o plebeyo, fuerte o débil se puede salvar, la muerte".
David respondió a Gad: "Por favor, permíteme caer
directamente en las manos de Hashem -ya que su misericordia es grande- pero no
me dejes caer en las manos del hombre".
De hecho, Di-s fue misericordioso aun al castigar. A pesar de que
El había amenazado con enviar una peste durante treinta y seis horas, muchos
defensores se presentaron para abogar en favor del pueblo judío. Primeramente
los siete días de la semana, coronados por el Shabat, imploraron misericordia
para el pueblo judío. Entonces Hashem le redujo siete horas al castigo. Luego
le redujo otras ocho horas en honor a la mitzvá del Brit-Milá, que los judíos
cumplen luego de ocho días; cinco en honor a los cinco Libros de la Tora, y
tres más en honor a los patriarcas. Luego que el Todopoderoso redujo el castigo
en veintitrés horas, los Diez Mandamientos y las dos Tablas de la Ley rogaron
misericordia, de manera que canceló en total treinta y cinco horas de la plaga
(algunos opinan que fue en honor a las doce tribus).
De esta forma, la plaga duró sólo una hora. Sin embargo, esta hora
trajo aparejada una destrucción y una mortandad terrible. Aniquiló a setenta
mil personas desde un extremo al otro de la Tierra.
El Todopoderoso le ordenó al Ángel de la Muerte: "Llévate a
Avishai ben Tzeruiá, quien es más sabio que los demás integrantes del Sanhedrín
(y sin embargo, no hizo nada para impedir el recuento innecesario). Su muerte
expiará por los pecados del Klal Israel". Cuando el gran líder perdió su
vida, D-s le ordenó al Ángel de la Muerte: "Retira tu mano".
Mientras la plaga se desarrollaba, un muy angustiado David le
suplicó al Todopoderoso: "He pecado y me he equivocado, pero ¿qué han
hecho todas mis ovejas? Te ruego que me dejes perecer a mí y a toda la casa de
mi padre pero no a judíos inocentes".
Sin embargo, D-s le demostró a David que esa generación se merecía
un castigo por no haber suplicado a Hashem para que el Beit Hamikdash se
construyera en esos días.
Para que no nos consideren culpables de esta grave trasgresión,
nuestros primeros profetas instituyeron que oremos tres veces por día en la
plegaria de Shemoné Esré, para que D-s haga retornar la Shejiná a Tzión.
Fuente: El Midrásh, Séfer Devarim, Parashá Devarim.
Fuente: El Midrásh, Séfer Devarim, Parashá Devarim.
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