Comenta el RaShBaM:
"Una vez recogido el producto de tu era y de tu lagar", cuando tu casa esté repleta de todo lo necesario, acuérdate que en cabañas mantuve a los Hijos de Israel, sin asentamientos ni descansos.
Entonces "recordarás todo el trayecto en el que te encaminó el Eterno, tu D-os, cuarenta años en el desierto, y comiste maná para que sepas que no solamente de pan se mantiene la persona, sino por la palabra de D-os vivirá el hombre".
¿Y porque te obliga todo esto?: "Pues el Eterno, tu D-os, te trae a la buena tierra... No sea que comas y te hartes y construyas buenas casas y te asientes, y se eleve tu corazón y te olvides del Eterno, tu D-os, que te sacó de la Tierra de Egipto y te llevó por el enorme desierto lleno de serpientes, culebras y escorpiones; sequía, que sacó el agua de las rocas, que te dió de comer maná... Y dirás en tu interior: Mi fuerza y mi poder me hicieron toda esta grandeza; y recordarás al Eterno, tu D-os, que Él te dió la fuerza para hacer el poder".
¿Por qué fijó D-os la festividad de Sucot en la época de la recolección de los granos del campo y de la uva, y nos obligó a abandonar nuestras casas? Para recordar que nuestros padres no tuvieron descanso ni residencia fija, para que no se enorgullezcan las personas con sus bienes, y se olviden de D-os. Con estas palabras nos advierte la Torá sobre el peligro de la riqueza y del poder: "No sea que vayas a creer en tí mismo y te olvides de tu Creador".
El orgullo es el mayor enemigo del reconocimiento de D-os. Como dice el Talmud: "Con todos puede habitar la Divinidad, excepto con el orgulloso".
Como comprobamos a lo largo de nuestra historia, desde Moshé Rabenu hasta nuestros días, el bienestar y la tranquilidad económica fueron siempre los precedentes de la caída espiritual de nuestro pueblo y, tras esa caída, sobrevinieron las desgracias.
Por este motivo nos obligó D-os, durante una semana al año, abandonar nuestra casa y sentirnos temporales en una cabaña, cuyo precario techo no nos proporciona seguridad, y ni siquiera nos protege de las lluvias. Esta mitzvá de vivir en la Sucá durante siete días es, precisamente, el medio para cumplir con lo que nos ordena el versículo: "Y recordarás que D-os...".