Tanaíta de la cuarta generación (135-170 EC) Uno
de los alumnos más importantes de Rabí Akiva, estudió con él en la Yeshivá de
Bne – Brak durante trece años, junto con su compañero Jananiá ben Janijai
(Ketubot 62:2).
Rabí Shimón, fue el que preguntó en la
Yeshivá de Yavne, si la oración de Arbit (noche) es Reshut (si depende de la
voluntad de la persona) o Joba (es obligatoria) pregunta qué hizo renunciar a
Raban Gamliel de la presidencia del Sanhedrín. Cuando Rabí Akiva fue apresado por los romanos, fue
Rabí Shimón a escuchar sus enseñanzas. Rabí Akiva, su maestro lo estimaba en
gran manera, y le dijo: “Basta yo y tu Creador conocemos tu valor” (Ierushalmi,
Sanhedrín 1:2).
Muchas veces discrepaba con su maestro, pero grande
era su admiración por él, cuando una vez no le hizo honor debido “sus dientes
se volvieron negro de tanto ayunar” (Nazir 52:2). Entre los alumnos más
importantes encontramos a Rabí Hanasí, que estudio en su Yeshivá en Tekoa
(Erubin 91:1), y su yerno el Tana milagroso Rabí Pinjas Ben Yair. Rabí Shimón bar Iojai amó
inmensamente a la Torá, su pueblo y su país, he aquí algunos de sus conceptos: “El Señor ha dado a los
Israelitas tres buenos regalos, que solo les ha otorgado en medio de
sufrimientos”.
Estos tres regalos son: La Torá, La
Tierra Prometida y el Mundo Venidero (Berajot 5:1). “Midió el Santo bendito sea a todas las naciones y
no encontró ninguna nación apta para recibir la Torá, sino Israel...”, sino
Eretz Israel” (Vaikra 13:2).
Grande era su amor a cada uno de Israel: Todo
Israel son hijos de reyes (Mishná Shabat 14:6). “Ven y ve, cuan queridos son Israel ante el
Santo bendito sea, que en cada lugar fueron exilados, la “Shejiná” – Divina
Providencia” – fue con ellos, y cuando serán redimidos, ella vendrá con ellos”
(Meguilá 29:1).
ERETZ
ISRAEL
De la misma manera al pueblo de Israel, Rabí Shimón
amaba a la Tierra Prometida Tebel. ¿Por qué llamaba a la tierra de Israel
Tebel?Porque tiene toda clase de condimentos (Tablin), todos los países tienen
una u otra característica, pero a Eretz Israel, no le falta nada, ya que está
escrito. (Devarim 8:9). Salir de Eretz Israel era considerado por
Rabí Shimón uno de los pecados más grandes.
Así nos relata el Midrash: Uno de los alumnos
de Rabí Shimón bar Iojai, salió fuera de Israel y volvió al país rico y
poderoso, sus alumnos lo vieron se llenaron de envidia, decidiendo salir
también al exterior del país. Rabí Shimón lo supo, los reunió y los llevó a un
valle no lejos de Meron, elevó su voz y dijo: ¡Vale, Valle, llénate de talentos
de oro! De inmediato comenzó a llenarse de monedas brillantes. Les dijo: Si
ustedes buscan monedas de oro, ¡Tómenlas! Pero han de saber que lo que ahora
toman es su parte en el mundo venidero (Shmot Raba 52:3).
Rabí
Shimón y los romanos:
El
Rabí odiaba a muerte a los romanos, opresores del pueblo hebreo, sus opiniones
las expresaba libremente y sin temor. Leamos lo que nos cuenta el Talmud:
Rabí Yehuda (bar Ilay), Rabí Iosi (bar Halafta) y
Rabí Shimón (bar Iojai) están sentados juntos, y con ellos Yehuda ben Guerim
(hijo de Yehuda, padres conversos). Durante la conversación Rabí Yehuda dijo:
¡Qué útiles y que hermosas son las obras de ese pueblo (romano)! Han
establecido mercados, han tendido puentes sobre los ríos y han edificado baños. Ante esta observación, Rabí Iosi calló;
pero Rabí Shimón replicó; sí, así es, pero todo lo han hecho en beneficio
propio. Han abierto mercados para sustentar el libertinaje, han edificado baños
para su propio placer y han tendido puentes para cobrar impuestos.
Yehuda
ben Guerim fue y les denunció, y cuando la noticia llegó a oídos del emperador,
éste mandó a publicar un edicto, en virtud del cual Rabí Yehuda sería
ascendido, Rabí Iosi desterrado a Tzipori y Rabí Shimón sería apresado y
ejecutado. Pero Rabí Shimón y su hijo Rabí Eleazar consiguieron refugiarse en
una academia, donde eran mantenidos por la esposa del Rabino, que les llevaba
diariamente pan y agua.
Cierto día la desconfianza se apoderó de Rabí Shimón, y le dijo a su
hijo: las mujeres son volubles, los romanos pueden importunarla y ella puede
descubrirnos. Entonces se marcharon y se refugiaron en una cueva (en la
que permanecieron doce años). (Shabat 33b).
Al término de los doce años, volvieron y estuvieron
en la cueva un año más. Durante esos años se alimentaron de frutas de
algarrobo hasta que su piel recibió un color grisáceo (Prikta de Rab Kahana
88:2). Esos trece años de estadía en la cueva, les
hizo alejarse de lo mundano y de las necesidades materiales. Entre las hojas del Talmud,
encontraron sus enseñanzas, siempre envueltas en parábolas, aforismos y
ejemplos, he aquí algunos:
Rabí Shimón bar Iojai dijo a su hijo: “Han llegado
unos eruditos y hombres de bien. Ve a la fonda y pídeles su bendición”. El
muchacho volvió y dijo a su padre: En lugar de bendecirme me han maldecido. Me
han dicho: “Que siembres, pero no cortes el sembrado; que hagas entrar pero no
salir; que hagas salir pero no entrar, que tu morada quede arruinada, pero tu
vivienda temporal sea firme; que tu pan sea consumido y no llegue nunca año de
regocijo”.
Esas no son maldiciones, hijo – dijo Rabí Shimón –
sino bendiciones. Este es su significado; Tendrás hijos y no veras su muerte;
verás entrar a tu casa tus nueras y no las verás abandonar a tus hijos para
regresar al hogar de sus padres; a tus propias hijas las verás salir de tu
casa, y no las verás regresar para vivir contigo, vivirás tanto tiempo que tu
tumba familiar caerá en ruinas, pero tu casa será firme y perdurará por mucho
tiempo.
Tu pan será consumido por una familia grande. Finalmente, tu mujer vivirá mientras vivas tú, y no tendrás que volver a casarte ni tener el año de llevar regocijo a una nueva mujer como lo prescribe la Torá (Moed Katan 9).
Tu pan será consumido por una familia grande. Finalmente, tu mujer vivirá mientras vivas tú, y no tendrás que volver a casarte ni tener el año de llevar regocijo a una nueva mujer como lo prescribe la Torá (Moed Katan 9).
Una de las enseñanzas de Rabí Shimón bar Iojai es
que cada judío es responsable de su prójimo, y como ejemplo relató lo
siguiente: “Cierta vez uno de los pasajeros de un barco tomó un pico y comenzó
a hacer un orificio debajo de su asiento. Los restantes pasajeros enseguida
comenzaron a retarlo, a lo que él respondió: ¿Qué les importa a ustedes lo que
yo hago bajo mi asiento?, ¡yo he pagado por el!
“Tonto, tú has pagado por el viaje, pero no tienes
derecho a perforar el barco ni siquiera debajo de tu asiento, porque de lo
contrario nos hundiremos todos”. De la misma manera ocurre con el pueblo judío,
ya que el comportamiento de cada individuo influye sobre sus
semejantes".
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Fuente:
Tratado de Beitzá.