Aharón tenía cuatro
hijos, de los cuales dos, Nadav y Avihú, aparte de ser muy bellos estaban dotados por habilidades fuera de lo común.
Se los asociaba con valores tales como la rectitud de tal grado que obviamente
tenían todas las condiciones para convertirse en los próximos líderes.
Su grandeza está implícita incluso en sus nombres:
"Nadav" significa que estaba apto para la
nobleza (nedivut).
"Avihú" implica que valía como para
convertirse en el padre del pueblo judío (av).
Los demás consideraban el nivel espiritual de ellos
muy alto y ellos eran concientes de ésto. Mientras caminaban unos pasos más
atrás de Moshé y Aharón, Nadav le comentó a Avihú, "¿Cuándo será que estos
dos ancianos desaparecerán de este mundo y nosotros podremos convertirnos en los
líderes de la comunidad?"
Hashem le contestó, "¡Todavía está por verse
quién va a enterrar a quién!"
Debe entenderse que Nadav y Avihú eran tzadikim. El
significado de sus palabras era, "Moshé y Aharón son viejos y seguramente
morirán pronto. Nos van a pedir que seamos los líderes, y quién sabe si estamos
preparados." Nuestros sabios redactaron su observación de una forma tan
drástica para señalar que cuando Nadav y Avihú se refirieron a su rol futuro
como líderes de la comunidad, una cierta falta de humanidad estaba presente en
su actitud y forma de expresión.
Ahora, en el octavo día de la Inauguración, el
fuego Celestial descendió y consumió a los sacrificios. A continuación de este
evento, Nadav y Avihú decidieron que a pesar de todo era correcto que también
colocaran su propio fuego en el mizbeaj. Ellos infirieron esta halajá (ley de
la Torá) del versículo (Vaikrá 1:7), "Y los hijos del kohén Aharón pondrán
el fuego sobre el altar..." Debido a que Nadav y Avihú eran eruditos de la
Torá, ellos dedujeron de este pasuk que era una mitzvá colocar fuego en el
altar a pesar del fuego de Arriba. Formularon esta halajá en presencia de
Moshé. A pesar de que su decisión halájica fue correcta, ellos merecían el
castigo de la muerte Celestial porque tenían prohibido crear una halajá en
presencia del rebe Moshé sin consultarle.
Rabi Eliezer enseñó, "Quien formule una
decisión halájica en presencia de su rebe incurre en la muerte Celestial."
Uno de los estudiantes de Rabi Eliezer una vez
declaró una decisión de la Torá en presencia de su maestro, y Rabi Eliezer le
comentó a su esposa, "Dudo que este hombre viva hasta fin de año."
En realidad, el estudiante murió antes de que
finalizará el año, y la esposa de Rabi Eliezer con una mezcla de dudas, asombro
y curiosidad le preguntó, "¿Eres un profeta?"
"Ni soy un profeta, ni soy el hijo de un
profeta," contestó, "pero sabía por tradición que quien enseña halajá
frente a su rebe se lo castiga con la muerte."
Nuestros Sabios relatan, con respecto a la infancia
del profeta Shemuel, otro ejemplo que ilustra la prohibición de declarar una
decisión de la halajá frente al maestro de cada uno.
Shemuel nació como resultado de las súplicas de su
madre Janá al Todopoderoso para que la bendijera con un hijo. Ella prometió que
lo dedicaría al servicio de Hashem durante toda la vida de éste. Cuando él
tenía dos años, Janá cumplió con su promesa y lo trajo al Mishkán en Shiló en
donde oficiaba el gran sacerdote Eli. Eli notó que ella había traído tres
toros para sacrificar y ordenó, "Que un kohén venga y sacrifique a estos
toros." Shemuel, quien en ese momento tenía dos años pero cuya mente
funcionaba como la de un adulto, escuchó esa orden. Cuando los kohanim llegaron
para realizar el sacrificio, les dijo, "¡No era necesario que vinieran ya que según la halajá se permite que un no kohén realice el acto de
sacrificar animales!" "Sabes muy bien como aplicar la ley",
admitió el gran sacerdote Elí, "de todos modos, quien formula la halajá
frente a su maestro merece como castigo la muerte."
La madre de Shemuel, Janá le suplicó a Elí para que
perdone al niño y que no se lo castigue. Elí respondió, "Voy a hacer
tefilá para que tenga a otro niño a cambio de éste, uno que sea mucho
mejor." "No mi señor," Janá le imploró, "por este niño yo
ya le rogué a Hashem". Entonces, Elí perdonó la transgresión de Shemuel.
El niño creció y se convirtió en el famoso líder y profeta que reunió a todo el
pueblo para el servicio de Hashem.
¿Por qué es que alguien que pronuncia una decisión
de la halajá frente al rebe merece morir?
1. Los comentadores sugieren que él merece sufrir
las consecuencias de su acto.
Nuestros Sabios asemejan a quien avergüenza a otro
en público con un asesino. Un estudiante que avergüenza a su rebe, y actúa en
su presencia como si éste no pudiera tomar una decisión por sí mismo, merece la
muerte ya que su conducta se considera similar a la del asesino cuyo castigo es
la muerte.
2. Asimismo, un estudiante que enseña en presencia
del rebe revela una falla básica en su forma de encarar el estudio de la Torá.
El judaísmo no exime a ningún ser humano de la
crítica y siempre alienta a los estudiantes para que desconfíen y tanteen,
haciendo ejercicio de sus facultades intelectuales, las declaraciones hechas
por autoridades anteriores, investiguen y discutan acerca de la veracidad de
las mismas. No obstante, la aceptación de las tradiciones de la Torá se apoyan
en el claro conocimiento de nuestra inferioridad espiritual comparada con
generaciones anteriores. Mientras que el mundo occidental se enorgullece de su
progreso del paganismo y la barbarie a una cultura más humana, el pueblo judío
lamenta una declinación espiritual constante. Cualquiera que haya estudiado
historia judía de las fuentes auténticas de la Torá se dará cuenta de que somos
enanos espirituales no sólo comparados con los iluminados de la Torá de hace
muchos siglos sino que también con nuestros abuelos. No tenemos ni su gran
conocimiento de la Torá, ni su rectitud, ni su mesirut nefesh (entrega al
Creador), ni tampoco su kedushá (santidad). Su fuerza de voluntad y
autodisciplina, su persistencia y concentración los hacía extraordinarios con
respecto a su conocimiento de Torá y a sus acciones. El cumplimiento incluso de
las masas, los baalei batim, de la Torá y la avodat Hashem (servicio a D's)
bajo condiciones mucho peores que las nuestras hoy en día son tan increíbles
que nosotros ya los vemos como algo legendario.
Conscientes de la profundidad y cantidad de
conocimiento de las generaciones anteriores, nosotros estudiamos sus
exposiciones de la Torá con reverencia y admiración temerosa, antes de tomarnos
la libertad de dar nuestro punto de vista.
Alguien que enseña la halajá en presencia del rebe
demuestra así una desconfianza evidente hacia lo que su maestro tiene para ofrecerle.
Incluso si él ha estudiado el tema bien y estaba convencido de que su decisión
de la halajá era correcta, él, de todos modos, merece un castigo drástico por
desconfiar de la opinión de los rebes. Se considera que ha manifestado una
actitud de desdén hacia el estudio de la Torá de la generación anterior y así
se evidencia que no ha podido comprender cabalmente el espíritu del judaismo.
El mismo puede ser que no sea totalmente conciente de su error. No obstante,
Hashem, consciente del daño potencial inherente en su conducta, lo extrae de
este mundo para evitar un daño futuro.
Nadav y Avihú resolvieron que sería adecuado
ofrecer un fuego de ellos en el altar, y pusieron su decisión en marcha
inmediatamente. Cada uno tomó una cacerola, colocó fuego dentro de ella y
ketoret (incienso) sobre éste y la colocaron sobre el mizbeaj.
Nuestros Sabios nos enseñan que ellos eran
culpables de una cantidad de pecados:
1. Como ya lo explicamos antes, ellos no le
consultaron a Moshé para determinar si era correcto ofrecer un fuego que sea
sólo de ellos.
2. Tampoco le dieron a su padre el honor de ser
consultado.
3. Tampoco se consultaron entre sí, cada uno actuó
por su cuenta en forma independiente.
4. Según algunas opiniones de nuestros Sabios,
Nadav y Avihú, guiados por su deseo de experimentar la Presencia del
Todopoderoso, entraron al kodesh hakodashim (sanctasanctórum) para ofrecer el
ketoret (incienso) allí. Sólo el gran sacerdote podía ingresar al
Sanctasanctórum.
En forma adicional, nuestros Sabios interpretaron
al "fuego extraño" que Nadav y Avihú habían encendido, para aludir a
otros pecados:
□ Antes de entrar al Mishkán, Nadav y Avihú
bebieron vino, trataban de intensificar el júbilo de su Inauguración. El
pueblo, había expresado su júbilo tomando vino. No obstante, un kohén no puede
llevar a cabo sus servicios después de haber bebido un reuiit (aprox. 0,086
litro) de vino.
A pesar de que Hashem aún no había transmitido esta
orden a los kohanim, se esperaba que Nadav y Avihú se dieran cuenta por sí mismos
que no estaba bien que se acerquen a la morada del Todopoderoso después de
tomar vino.
□ No estaban vistiendo el meil (manto del gran
sacerdote).
Esta enunciación de nuestros Sabios es enigmática
ya que el meil lo usa sólo el gran sacerdote y no lo puede usar un kohén común.
Sin embargo, con esta frase, nuestros Sabios expresan en forma simbólica que
Nadav y Avihú no tenían el nivel más alto de admiración, temor y respeto que se
requiere ante la presencia de Hashem. Ellos "no se habían puesto el
meil" cuyas campanas hacían que el gran sacerdote fuera consciente de la
Presencia del Todopoderoso.
□ No vertieron agua sobre sus manos y pies antes de
entrar al Mishkán.
De acuerdo con algunas opiniones ésto debe
interpretarse en forma literal. Ellos no vertieron agua del kior sobre sus
manos y pies como se requiere antes de comenzar el servicio, y por lo tanto, el
fuego que ellos ofrecieron se denomina "fuego extraño", lo cual
significa que fue ofrecido sin una santificación previa. Según otras opiniones,
este principio también es simbólico y significa que Nadav y Avihú no habían
santificado sus almas lo suficiente, y por eso pecaron.
□ Tanto Nadav como Avihú eran solteros.
Ellos tenían una posición y pertenecían a un linaje
que no era común. Eran diferentes por ser los hijos del gran sacerdote, los
sobrinos del líder de la nación y, por sus logros espirituales. Por lo tanto,
ellos creían que era apropiado esperar a que nacieran mujeres de la familia de
sus hermanos Elazar o Itamar con quienes se casarían. Ellos pensaban que la
descendencia de padres ilustres sería superior. No obstante Hashem los culpó
por su actitud.
El inmenso amor que sentían por el Todopoderoso
motivaba sus acciones. Cuando presenciaron el descenso del fuego Celestial,
sintieron que debían contribuir con un fuego de ellos para expresar de esa
manera su amor por Hashem.
A pesar de su sincera y pura motivación, fueron
golpeados con toda la fuerza del Atributo de la Justicia. De inmediato, un
fuego Celestial salió del kodesh hakodashím (Sanctasanctórum) y los consumió.
Sin embargo, un milagro ocurrió en mérito a su gran rectitud, y el fuego que
penetró a través de las fosas nasales, consumió sólo sus almas mientras que sus
prendas y cuerpos quedaron intactos.
Nadav y Avihú fueron castigados por el Cielo mida-
kenegued-mida. Ellos habían encendido el fuego de una forma que no estaba
permitida, y por lo tanto se quemaron. Hashem dijo, "Vamos a ver cuál va a
ser el fuego que prevalecerá, el Mío o el de ustedes".
Debemos observar que el castigo drástico e
instantáneo de Nadav y Avihú no era un símbolo de su inferioridad, sino de su
rectitud.
Cuando una mujer lava dos camisas, una de color y
otra blanca nieve, frota la blanca por más tiempo y de forma más meticulosa que
la de color, no porque la blanca estuviera más sucia, sino porque en la
textura blanca, la menor mancha se ve horrible y resalta más. No obstante, las
manchas, no se notan tanto en las prendas de color.
El alma del tzadik se asemeja a una prenda blanca.
Su pureza hace que sea vulnerable a la mínima mancha espiritual. Por lo tanto,
una mala acción que es normal que la realice una persona común, para un tzadik
de personalidad refinada resulta ser una gran calamidad que requiere corrección
inmediata. Los tzadikim son los íntimos amigos del Todopoderoso, y por lo tanto
se espera de ellos que estén exentos de pecados en un ciento por ciento.
En general, si alguien merece el castigo de muerte
del Cielo, su vida podrá extenderse hasta la edad de sesenta y su castigo de
muerte se pospondrá hasta entonces. No obstante, Nadav y Avihu fueron
asesinados instantáneamente por varias razones:
□ Como ya lo explicamos antes, ellos eran tzadikim,
y por lo tanto se los juzgaba en el Cielo de acuerdo con las reglas más
severas.
□ Además, la Corte Celestial, tomó en consideración
el hecho de que la sentencia de muerte se les había impuesto ya en una ocasión
anterior, antes de matan Torá.
En esa ocasión, Nadav y Avihú, junto con los más
ancianos, ascendieron al Ar Sinai para que se les revele la shejiná
(divinidad): al experimentar la revelación, ellos sintieron un gran regocijo
personal pero no actuaron con la reverencia adecuada. Hashem juzgó a los
ancianos como así también a Nadav y Avihú y los encontró merecedores de la pena
de muerte Divina. Sin embargo, El no los mató de inmediato por dos razones:
1. La profecía sólo le llega a las personas que
están felices y tranquilas. Los judíos eran incapaces de experimentar la
entrega de la Torá en la forma en que lo hicieron si una tragedia hubiera
ocurrido antes de aquél acontecimiento. Hashem, por lo tanto, postergó las
muertes de los ancianos y de Nadav y Avihú hasta una fecha posterior.
2. Si el Todopoderoso hubiera matado a tzadikim
como Nadav y Avihú en matan Torá, el pueblo se hubiera escandalizado, y se
hubiera rehusado a creer que eran culpables. Por lo tanto, Hashem esperó que se
presentara la ocasión en la que Nadav y Avihú cometieran un error evidente, y
los judíos reconocerían la justicia del castigo.
Incluso la combinación de los errores antes
mencionados no hubiera provocado la muerte inmediata, si no hubiera sido por un
factor adicional. A través de su castigo devastador, el Todopoderoso deseaba
santificar Su Nombre en la Inauguración del Mishkán.
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Tomado de Jabad.es