Cuando Moshé regresó con el pueblo el 4 de Siván, dijeron:
‘Todo lo que Hashem diga, na’asé venishmá haremos y escucharemos’. Repitieron
‘haremos’ y añadieron ‘escucharemos’ es decir, trataremos de
entender. ¿Qué es lo que estos términos significan realmente? Si dijeron
uno, ¿para qué añadieron otro?
Podemos
empezar respondiendo estas preguntas formulando otra: ¿existe alguna diferencia
entre los mandamientos que observa un gentil — un verdadero gentil bueno que
cree en Hashem — y aquéllos que un judío religioso observa? Más
específicamente, los gentiles tienen siete mandamientos que deben observar —
uno de ellos, por ejemplo, no robar — ¿existe alguna diferencia entre su
mandamiento de no robar y el mandamiento judío de no robar?
A
primera vista, uno pensaría que no hay diferencia. Sin embargo, sí existe.
Pregunta
a un gentil ético por qué uno no debería robar, y te va a decir que si no
existe respeto por la propiedad de otros no habría ley ni orden. La sociedad se
destruiría. Por lo tanto, te contestaría que ya que la gente tendría una
necesidad inherente de robar, es necesario contrarrestarla con las leyes en
contra del robo. Es por esto que D‑os nos ordenó no robar.
Rabí
Eljanán Wasserman, zt’l, preguntó: Sabemos que cada ser humano será juzgado por
Hashem un día. Sin embargo, ¿cómo puede Hashem juzgar a un gentil por no cuidar
sus siete mandamientos? Puede decir que nunca oyó hablar de ellos. O decir que
creció en una comunidad de ladrones y asesinos, con padres que eran
drogadictos. ¿Cómo puede ser que el no observar los siete mandamientos sea
usado en su contra?
Sin
embargo, Rabí Wasserman respondió: los siete mandamientos son leyes exigidas
por la lógica natural. Son instintivas. Su lógica inherente se nubla sólo
cuando uno se corrompe. Así, de acuerdo a Rabí Wasserman, los gentiles son
responsables de observar los siete mandamientos de Noaj no importando cuáles
sean sus antecedentes, porque los siete mandamientos son naturalmente
razonables. Tienen una filosofía en sí mismos. Y la filosofía dicta la ley.
Cualquier
religión basada en los siete mandamientos de Noaj es una religión válida. Y más
gentiles deberían ser seguidores fervientes de tales religiones. Sin embargo,
cuando una ley es ley porque se adapta al entendimiento humano está, por
definición, limitada al entendimiento humano. Sus objetivos son solamente para
aquellas cosas que los seres humanos pueden concebir, el objetivo supremo es el
funcionamiento armonioso de la sociedad.
El
problema con esto es que implica que D‑os creó leyes con objeto de corregir la
naturaleza humana. Sin embargo, si D‑os hubiera querido, habría creado un mundo
donde la naturaleza humana fuera perfecta, donde no hubiera pobres y nadie
quisiera robar. Si sientas un mono a la mesa con un plato de dinero, ¿lo va a
robar? No. No obstante, pon un plátano en el plato y sí lo hará. Hashem no le
dio al mono la necesidad de robar dinero y Él tampoco se la tenía que dar a los
seres humanos. Por lo tanto, decir que la verdadera razón por la que uno no
debe robar es porque la humanidad se beneficia con esta ley, es una falacia.
Implica que Hashem tiene que reaccionar a las deficiencias del mundo. Hashem
creó también las deficiencias.
‘2,000 años antes de la creación del
mundo, Hashem creó la Torá’.
‘No robarás’
fue escrito 2,000 años antes que el mundo empezara a existir. Así, cuando llegó
el tiempo para Hashem de crear el mundo, Él preguntó: “¿Qué tipo de mundo
necesita la Torá? Si la Torá dice ‘No robes’ entonces debo crear un mundo donde
la gente quiera robar”.
Por lo
tanto, el argumento de que la Torá fue escrita para que la humanidad funcione
bien es superficial. ¡La humanidad fue creada para cumplir la Torá!
Y es por
esto que los mandamientos de los judíos difieren de los que corresponden a los
gentiles. Para el gentil, el objetivo de la ley es por el bien de la humanidad.
Para el judío, el objetivo de la ley es por el bien de D‑os; sirve al Plan
Divino. En verdad, además de servir al plan de Hashem, los mandamientos también
mejoran la condición humana. Sin embargo, la responsabilidad principal y más
grande de un judío es realizar los mandamientos porque de alguna manera cumple
el Plan Divino al hacerlo así.
Si pudiera
expresar una analogía, piensa en una computadora programada para ganar millones
de dólares de valores de renta. Todo lo que requiere es que el operador
contratado para usar la computadora siga las instrucciones hasta sus más finos
detalles. Como un valor agregado, la computadora está programada de tal manera
que si el operador oprime la combinación correcta de teclas en el momento
adecuado, se produce una hermosa melodía. Por lo tanto, mientras la persona
está ejecutando el programa también está tocando música hermosa.
Ahora,
imagina que se le pregunta al operador después de usar la computadora durante
varias semanas qué es lo que está haciendo.
‘¿Haciendo?
¿Acaso no puedes oír? Estoy tocando música hermosa’.
Ésta es una
respuesta tonta. Está en un proceso para ganar miles de millones de dólares y
¡todo lo que cree que está haciendo es tocar melodías!
Hashem fue bueno con nosotros ya que mientras nos puso en la tarea de
ejecutar Su propósito en la creación, nos dio la capacidad de gozar la ‘música’
del momento. Los mandamientos de Hashem sirven un doble propósito. Cumplen Sus
necesidades y las nuestras. Sin embargo, somos tontos si pensamos que todo lo
que estamos logrando es aquello que podemos percibir que nos beneficia.
Fuente: Autoestima Rav Azriel Tauber
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